enero 24, 2010

Pedro Gabriel

Así es chamacos, soy malo para escuchar música. Bueno, en cierto sentido…

 

Siendo más específico, soy pésimo para recordar letras, es más, hasta para identificarlas. Soy el típico individuo que washawashea junto a ti en los conciertos y que inventa las palabras hasta de las canciones que lleva escuchando durante años. Por eso prefiero la música clásica, no hay distracciones verbales y tengo toda la libertad para concentrarme y tratar de encontrar la viola en un cuarteto de cuerdas o identificar el cambio de tempo en una sinfonía.

 

Así era feliz hasta hace unos cuantos días.

 

Durante las semanas anteriores a este post me había sentido bastante cabizbajo y taciturno por razones que no explicaré aquí porque significaría caer en una sobresimplifación brutal; necesitaría metros de pergamino y galones de tintas exorcizadas para explicarlo.

 

(Antes de que comiencen a especular sólo aclararé una cosa: no es por alguna mujer. Coño, hasta me gustaría que fuese tan sencillo)

 

En momentos como estos, cuando la vida en vez de darme su amable sonrisa pareciera darme las nalgas (en el mal sentido), lo primero que hago es buscar en mi discoteca digital alguna pieza musical que refleje lo que siento. En la mayoría de los casos, este proceso es meramente simbólico ya que siempre termino escuchando lo mismo: la Tercera Sinfonía de Henryk Górecki o la Quinta de Dmitri Shostakovich.

 

Sólo que, hasta esta reciente experiencia, no me había percatado que elegía dichas obras porque, debido a su afinidad con mi situación, me ayudaban a perpetuar mi estado de ánimo. Es decir: eran un medio emosnóbico para seguir tirándome a la basura.

 

Fue por ello que decidí buscar otro tipo de música, algo que, en vez de hacerme sentir como la melancolía de Shostakovich, me hiciera despegar como clímax de obra de - alabado sea, glorificado sea - Gustav Mahler.

 

Justo en aquél momento - supongo que por intervención de Hugo Stiglitz of Chuck Norris - recordé la discografía que había bajado hacía ya un año. Aquella que escuchaba sólo de manera esporádica y de la cual, como siempre había sido mi costumbre, ignoraba las letras.


Fue así como redescubrí a Peter Gabriel.

 

No me detendré en describir detalles de la vida de este artista (para eso está Wikipedia chamacos), ni haré una cronología detallada de su obra (idem), sino que solamente quisiera decir que, por primera vez - sí, casi a mis 19 años - la music and lyrics de un artista ha tenido un efecto en mi vida.

 

Durante estos días he escuchado sin parar los álbumes So, Us y Up, y me ha impresionado el descubrir cómo las letras de algunas de las canciones que los conforman parecieran no sólo describir la situación en la que me encuentro, sino que, además, me han mostrado cuál puede ser la potencial salida.

 

Escuchar Darkness, Don’t give up e In your eyes, me ha hecho pensar en que no hay enemigo más grande que la psique de uno mismo, y que, una vez conquistado este pedregoso terreno lleno de neurosis y obsesiones, todo lo demás se da de manera natural. En pocas palabras: no hay nada peor que preocuparse demasiado. De igual manera, la letra de Loved to be loved me ha hecho consciente de mi propio narcisismo y de que el único reconocimiento que importa no es el de los demás, sino el que se da uno mismo.

 

Lo que me más me ha gustado de las letras de Gabriel es que son poéticas sin llegar a lo hermético; son accesibles y directas, sus metáforas no son pretenciosas, no acomoda sus pensamientos según la rima y no respeta la estructura verso-coro-verso. Escuchar una canción de Peter Gabriel es como escuchar una conversación, una plática contigo mismo.

 

Si vamos más allá y le sumamos el hecho de que estas palabras son cantadas por la extraordinariamente áspera voz de Gabriel y que la música en sí es tan elaborada como las palabras que enmarca, es evidente que estamos hablando de uno de los artistas más geniales e importantes de la música popular moderna.

 

Así que, queridos cinco lectores, si no han tenido el placer de conversar con ustedes mediante un CD de Gabriel, denle la oportunidad; sí ya lo conocen, redescúbranlo, verán que siempre tiene algo que decir.

 

Saludos desde el Feudo…  

 

P.D. Adjúntoles In your eyes para que empiecen a hacer su tarea.

3 comentarios:

  1. Concuerdo con ud, el Pedrito no tıene madre...

    ResponderEliminar
  2. Peter Gabriel es de mis favoritos. Lo fui a ver el año pasado al Foro Sol y fue una de las mejores experiencias de mi vida. Muy buen post, concuerdo especialmente con el sentido de las letras del maestro Gabriel en mi vida.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  3. Animo Pollo! Entiendo que a veces, se puede poner muy perro pero ni modo, el mundo no se detuvo ni para Mafalda!

    Estimadisimo Pollo, ahorita mismo te estoy mandando un inbox a Facebook con mi info, estoy de pendejo toda la semana picandome... la nariz.

    Echame un fon y agreguémosle un litro más a tu sistema nervioso central de cafeína.

    Vic.

    ResponderEliminar